Tragedia y luto, eso fue lo que dejó la llegada del nuevo año 2023, para una familia de La Costerita, luego de que una bala, disparada por una persona inconsciente, cortó de tajo los sueños de Jared, ese pequeño de 5 años que apenas empezaba a vivir, y que tenía toda una vida por delante.
Apenas y pasaban las doce de la noche y, como cualquier niño de esa edad, Jared Guadalupe, estaba jugando con otros pequeños, vigilado por adultos, y al tiempo de estar dando el tradicional abrazo de “feliz año”, el señor Macario, su padre, observó que Jared se desvaneció, sin un motivo aparente.
Por instinto, el adulto corrió a ver qué ocurría, y al tomarlo entre sus brazos, notó que había sangre en sus manos; las alertas se encendieron de inmediato, pues las manchas provenían de la cabecita del pequeño, quien tenía una herida; Lo que se suponía, sería una fiesta por la llegada del año nuevo, resultó todo lo contrario.
Era el más pequeño de tres hermanos, otro varón, y una niña, quienes al mismo tiempo que sus padres, familiares y amigos, entre lamentos, lloran la repentina partida de Jared Guadalupe.
En la sala de una casa funeraria local, descansan los restos del pequeño Jared Guadalupe, sus padres le lloran desconsolados, un hombre de la tercera edad, con la mirada ida y sus ojos cristalinos, puestos en el ataúd, no se resignan a la idea de no volver a verlo jamás.
Encima del ataúd de madera, posaban un par carritos de juguete, al pie de una fotografía de Jared, en la que quedó plasmada una enorme sonrisa y a su alrededor al menos una docena de arreglos florales; Un par de globos blancos y otro con la figura de una pelota de béisbol, acentuaban el momento.
La maestra y sus compañeritos del tercer grado, del jardín de niños Xicoténcatl, en La Costerita, lo recordarán siempre como el niño alegre, respetuoso e inteligente que demostró ser, mientras estuvo en éste plano terrenal.
A Jared le arrebataron su futuro, le apagaron sus risas, lo privaron de los inocentes juegos de un niño de cinco años y en cambio, le provocaron el peor de los sufrimientos a sus padres y sus amigos.
A Jared le quitaron la vida todos, todos, los que accionaron un arma, todas las balas disparadas, que, sin un propósito útil, personas inconscientes arrojaron sin rumbo tal vez para sentirse más hombres, y son tan miserables que se esconden en el anonimato.
Ni todas las campañas preventivas, de todas las instituciones de gobierno, estatales y del municipio evitaron que esta pésima “costumbre” dejara el vacío enorme en una familia; Otro pequeño, Alan, de 7 años, también fue alcanzado por una bala perdida, que hizo blanco en su espalda y fue atendido en otra clínica de la ciudad.
Con información de Los Noticieristas.