Cada día 1.000 adolescentes mexicanas se quedan embarazadas. Son más de 350.000 al año. De esos, unos 9.000 ocurren en niñas menores de 14 años. Prevenir el embarazo temprano se ha convertido en uno de los grandes retos demográficos del país, que lanzó en 2015 la Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo Adolescente (ENAPEA) con unos objetivos claros para 2030: erradicar el embarazo infantil y reducir a la mitad la tasa entre las jóvenes de 15 a 19 años. Un desafío que, según las cifras y avances presentados el martes en un informe en el Colegio de México, se muestra inalcanzable. México se ha estancado como uno de los países del mundo con mayores cifras de estos embarazos. La pobreza y la falta de acceso de servicio de salud se identifican como los principales culpables.
El informe del Colegio de México recoge cómo las madres adolescentes tuvieron tres veces menos oportunidades de tener un título universitario, en comparación con aquellas que pudieron postergar su maternidad. En la misma línea, el 75% de las mexicanas de 20 años sin hijos trabaja o estudia; en cambio, cuando las jóvenes de esa misma edad tienen niños a su cargo, solo un 40% estudia o tiene algún trabajo remunerado. “Estamos también perdiendo riqueza como país”, ha apuntado Flamand, que incide en la importancia de visibilizar “este problema público que tiene consecuencias muy graves individuales, pero también sociales e intergeneracionales”.