El tatuaje a lo largo de la historia de la humanidad ha cambiado de connotaciones, ya sea religioso, distintivo de belleza, marca de esclavos o como muestra de rebeldía, alrededor de la piel hay una cultura que toma vigencia en pleno siglo XXI.
La técnica de decoración corporal por medio de la inserción de sustancias colorantes en la epidermis se moderniza con nuevos instrumentos.
Lo practicaban las culturas antiguas como los fenicios y egipcios, en la época de la inquisición las personas tatuadas fueron perseguidas y acusadas de herejes.
En oriente el tatuaje se conoció por rutas comerciales en la India, China y Japón, en este último país el emperador Matsuchito (1867-1912) prohibió la práctica ante la apertura con occidente para no dar mala impresión a los extranjeros.
En la década de los 60 se convirtió en un signo de rebeldía y ahora es una forma de expresión.
La Secretaría de Salud aprueba los permisos de personas que hacen tatuajes, entre los requisitos están: contar con un manual de procedimientos, material adecuado para prestar servicios, capacitación en primeros auxilios y certificado médico que compruebe estar libre de VIH, tétanos y hepatitis B.