La brillantina o diamantina está compuesta por un conjunto de pequeñas partículas cuyo tamaño ronda los 0,9 mm². Contiene plástico, hojas de aluminio, dióxido de titanio y óxido de hierro. Todas estas partículas son pintadas con una pintura especialmente diseñada para reflejar la luz. La diamantina ya se utilizaba antiguamente, pero estaba hecha partículas de mica, un mineral caracterizado por su flexibilidad, elasticidad y brillo. Su primera aparición registrada es una versión rudimentaria que data entre el año 40.000 y el 10.000 a. C. y con ella se decoraban pinturas rupestres.
La brillantina se obtiene aplicando diferentes químicos sobre láminas de aluminio, luego de que estas han sido divididas en pedazos mínimos. Al inicio del proceso, los trozos de aluminio se tratan con dióxido de titanio, esto garantiza el característico brillo de la purpurina. Se mezcla sal con colorante líquido, la cual es esparcida de manera uniforme en una bandeja que se introduce a un horno a unos 170°C por unos minutos. Por último, las partículas calentadas se dejan enfriar.