La costumbre de asociar a estas aves con el acto de concebir se remonta a las antiguas civilizaciones. Los egipcios representaban el alma del cuerpo, o ba, como una cigüeña y los griegos tenían el mito de Hera, quien molesta por la osadía de la reina Gerana de enfrentársele, la convirtió en una cigüeña que vivió por mucho tiempo tratando de llevarse a su propio hijo Mopsus lejos de su hogar natal. Incluso los noruegos consideraban que estas aves representaban valores familiares.
Por un buen tiempo las cigüeñas se han asociado al hecho de tener hijos. Muchos psicólogos, en especial Carl Jung y Sigmund Freud mencionaron en sus escritos que parte de este fenómeno se debe al aspecto maternal y nutridor que representaban las aves en la cultura humana como la paloma de la paz, la transformación del cisne y la protección y poder del águila.