El embarazo es un proceso importante en la vida de la mujer que afecta su físico y su parte emocional, pero al parecer también es capaz de transmitir sus síntomas a los papás que las acompañan. El Síndrome de la Covada tiene su origen en una antigua creencia primitiva cuyo nombre proviene del francés couver que significa incubar. Se han realizado estudios que arrojan que los futuros papás se quejan, sobre todo, de trastornos digestivos, alteraciones del apetito, cansancio y dolor de cabeza. Los síntomas principales eran insomnio, cambios de humor e irritabilidad, seguidos de las pesadillas y una mayor sensibilidad. Los efectos del “embarazo compartido” aparecían sobre todo durante los primeros meses y los tres últimos de gestación de la pareja.
En algunas culturas indígenas se acostumbra que los hombres simulen los dolores de parto de su pareja, e incluso guarden reposo una vez nacido el bebé. En la Tribu Huichol, proveniente de Jalisco, se piensa que el parto es un momento de gran dolor pero de gran placer, y se cree que tanto el dolor como la alegría del nacimiento debe ser compartida por el padre y la madre. En esta tribu, mientras la mujer está de parto, los hombres se sientan en unas vigas situadas sobre la cabeza de su pareja, con unas cuerdas atadas a sus testículos, por lo tanto, cada vez que la mujer siente una contracción jala de las cuerdas, así el hombre puede compartir los dolores de parto.