Cuando pensamos en un lápiz, lo primero que se nos viene a la mente es ese color amarillo que lo caracteriza. Pero antes de 1889, los lápices se dejaban con pulidos naturales, solo aquellos que buscaban ocultar imperfecciones en la madera los pintaban de colores oscuros. Durante la misma época, los lápices de Hardtmuth eran los mejores que había, pero su pulido natural les impedía resaltar de las demás marcas, entonces decidieron pintarlos de un color que sobresaliera, como el amarillo, cosa que funcionó bastante bien.
En China, el amarillo siempre ha sido asociado con la realeza, esto se debe a que el legendario gobernante de los mitos originarios chinos, considerado fundamental para la formación de la civilización china, tiene entre sus aspectos más notables el uso de un característico atuendo amarillo. De allí que en la China imperial solo a la familia real se le permitiera llevar ese color. Poco a poco la competencia empezó a imitar el color amarillo, y este color se estableció como una referencia universal para “lápices de buena calidad”.