Fortaleza de la historia, la arquitectura y la perseverancia, esta joya colonial sinaloense de el noroeste mexicano guarda en su pasado los cimientos que la enaltecen. Primero como Villa de San Juan Bautista de Carapoa (1564), luego como Villa de San Felipe y Santiago (1583), y por último como El Fuerte de Montesclaros (1610), el deseo ferviente por levantar un gran pueblo pasó a constituirlo en cabecera de misión jesuita (s. XVII y XVIII) hasta encumbrarlo, en 1824, nada más ni nada menos que en la primera capital del Estado de Occidente, conformado por los territorios de Sonora y Sinaloa.
Rodeada de edificios que delatan apellidos de alcurnia en sus fachadas, la Plaza de Armas acapara la visita de fuertenses y visitantes, quienes la disfrutan sentados en sus bancas bajo la sombra de palmeras gigantescas, o caminando sus andadores que conducen a su quiosco entre fuentes de cantera. De dos plantas, portales, balcones y un gran patio central con arquería, el Palacio Municipal (construido entre 1903 y 1907) encabeza el catálogo arquitectónico con su imponente estructura recubierta en su totalidad de ladrillo rojo. También aledaño a la plaza, en 1854 se construye en cantera el Templo del Sagrado Corazón de Jesús, que destaca su altiva torre “de aguja” con sus históricas campanas.
A unos pasos del templo se localizan Los Portales (s. XVIII), agradable refugio para solazarse admirando la actividad cotidiana del pueblo mientras se disfruta de un café o comprando algún recuerdo en sus tiendas de artesanías. Cercano a éste se halla la Casa de la Cultura (s. XVIII) “”ocupada en el pasado por jesuitas y posteriormente convertida en cárcel””, que cuenta con una biblioteca, una sala de exposiciones artísticas y presenta actividades culturales en sus Noches Bohemias.
El proyecto de restauración que actualmente se lleva a cabo en la ciudad, incorpora poco a poco añejos edificios con importante valor patrimonial, los cuales vendrán a sumarse a los que hoy podemos admirar como la Casa de los Constituyentes, la Casa Colorado, la Casa del Gral. Macías, la Casa de las Arcadias, la Casa de la Familia Orrantia y muchos más convertidos ahora en excelentes hoteles y restaurantes.
Una mención especial merece el Museo del Fuerte. A principios del siglo XVII, debido a los constantes ataques de las tribus “”sobre todo de los feroces zuaques”” que se resistían a la conquista, los españoles levantaron, entre 1604 y 1616, una fortificación que sirviera para contenerlos, someterlos y pacificarlos. í‰sta recibió el nombre de Fuerte de Montesclaros, alrededor de la cual se empezó a poblar la zona. Con el paso de los siglos, la fortaleza se deterioró hasta llegar a la ruina, pero en el 2001 se restauró para quedar como hoy la conocemos.
Como recinto cultural, el Museo del Fuerte presenta, en seis salas, una espléndida colección fotográfica de personajes de la región, objetos antiguos de uso común (armas, monedas, maquinaria, aparatos, etc.), piezas arqueológicas (hachas de piedra, puntas de flecha, ídolos prehispánicos, etc.), una muestra artesanal comunitaria y exposiciones artísticas temporales. Asimismo, en la parte alta cuenta con un mirador, desde donde se aprecia la ciudad y sus alrededores.