El miércoles, Genaro García Luna, quien fuera el máximo encargado de la seguridad en México, fue sentenciado a más de 38 años de cárcel tras haber sido declarado culpable en Nueva York el año pasado. Se le acusó de recibir sobornos de los mismos cárteles de la droga que tenía la obligación de combatir.
La severa sentencia de 460 meses fue dictada en el Tribunal Federal de Distrito de Brooklyn, marcando el último capítulo en la dramática caída de García Luna, quien pasó de ser el arquitecto de la lucha contra el narcotráfico en México a un criminal que probablemente pasará el resto de su vida en una prisión federal de Estados Unidos.
Durante la audiencia de una hora, el juez Brian M. Cogan, quien presidió el juicio de corrupción de García Luna, lo criticó diciendo que había llevado una doble vida. Afirmó que su carrera como principal encargado de la ley en México fue una “fachada” que le permitió dañar a muchos de sus compatriotas.
Cogan también comparó a García Luna, quien trabajó para dos presidentes mexicanos, con Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo, el narcotraficante condenado hace cinco años en el mismo tribunal y quien ahora cumple cadena perpetua.
En su defensa, García Luna reiteró su inocencia, afirmando que no había cometido ningún crimen. Estos comentarios replicaban lo expresado en una carta que entregó a Cogan la noche anterior, donde aseguraba que el gobierno mexicano y los testigos de su juicio habían presentado “información falsa” debido a los poderosos intereses políticos que enfrentó en su lucha contra el narcotráfico.
Horas antes de la sentencia, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, desestimó sus alegaciones de ser una víctima, calificándolas de cínicas.
De 2001 a 2012, García Luna fue una figura central en el ámbito de la seguridad en México, donde a menudo se le comparaba con el J. Edgar Hoover mexicano. Primero dirigió la agencia de inteligencia del país y luego se convirtió en secretario de Seguridad Pública, coordinando esfuerzos con autoridades locales y estadounidenses para combatir a los cárteles de la droga.
Sin embargo, después de escuchar el testimonio de varios narcotraficantes, los jurados concluyeron que García Luna había protegido al Cártel de Sinaloa mientras permitía el tráfico de grandes cantidades de droga a Estados Unidos.
García Luna se compromete a apelar la sentencia.
Durante el juicio, Sergio Villarreal Barragán, un exagente conocido como “El Grande”, testificó que, en los años 2000, García Luna llegó a un almacén en Chiapas para recibir más de 14 millones de dólares en efectivo, fruto de actividades del narcotráfico. Otro testigo, Jesús Zambada García, hermano del líder del Cártel de Sinaloa, declaró haber entregado millones de dólares en maletas deportivas a García Luna en un restaurante de Ciudad de México poco después de que asumiera su cargo.
El arresto de Ismael Zambada, el líder del Cártel de Sinaloa, este verano tras ser traicionado por el hijo del Chapo, también ha generado expectativas sobre su futura audiencia en el mismo tribunal donde García Luna fue sentenciado.
El caso de García Luna ha revivido en México el debate sobre la corrupción en los niveles más altos del gobierno, y si el expresidente Felipe Calderón estaba al tanto de los vínculos de su secretario de Seguridad con el narcotráfico. Marko Cortés, líder del partido conservador, pidió explicaciones a Calderón, quien respondió en redes sociales que nunca tuvo pruebas verificables que implicaran a García Luna.
Calderón defendió su estrategia de combate contra el narcotráfico, asegurando que la lucha por la seguridad fue un esfuerzo colectivo de su gobierno, no de una sola persona, y subrayó el sacrificio de muchos que dieron su vida en esa batalla.