La ciencia ficción nos ha propuesto cientos de veces una visión del futuro que parece totalmente lógica y factible en las películas o libros, dando argumentos que -en el momento- parecen viables para así hacernos creer en la posibilidad de que aquello que se plantea podría alcanzarse. Un gran ejemplo de esto es la franquicia de Jurassic Park.
Cuando Michael Crichton escribió la novela Jurassic Park en 1990, e incluso cuando Steven Spielberg la llevó a la gran pantalla en 1993, la ciencia no estaba realmente preparada para realizar esta hazaña.
Si bien es cierto que la ciencia ha recorrido un largo camino desde que la oveja Dolly fue clonada, hablar de clonar animales extintos hace millones de años es harina de otro costal.
A pesar de toda la tecnología actual y los avances científicos que existen, las muestras de ADN solo siguen siendo útiles por aproximadamente un millón de años. Esto quiere decir que, teóricamente, podríamos clonar un neandertal, pero no un tiranosaurio rex, que desapareció hace más de 66 millones de años.