La circuncisión es un proceso quirúrgico poco invasivo, que consiste en retirar totalmente la parte del prepucio que cubre el glande en el pene. Todo se remonta a una tradición muy antigua que dice que Dios le pidió a Abraham que cortara la carne de su prepucio en señal de promesa. En el Torah, el libro sagrado de los judíos, se establece que a los ocho días de haber nacido, todo varón será circuncidado, de generación en generación. La ceremonia lleva por nombre ‘Brit Milá’ y es llevada a cabo por un ‘mohel’.
El texto dice así:
“Te multiplicaré en gran manera, y de ti saldrán naciones y reyes […] Te daré a ti y a tu descendencia después de ti la tierra en que habitas, toda la tierra de Canaán, en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos… […] Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros”
La circuncisión es para los judíos una señal de pacto perpetuo, la carne no se regenera, una vez cortado el prepucio, se mantiene así por el resto de la eternidad. La desobediencia a este mandamiento podría ser tomado como una impiedad al pacto divino por los judíos más ortodoxos. En la actualidad es una práctica muy criticada ya que algunos la consideran una medida “dolorosa e innecesaria” para los recién nacidos. Existen múltiples movimientos que se muestran en contra del procedimiento, pero continúa siendo una decisión estrictamente personal de cada familia.