Científicos del University College de Londres estudiaron los compuestos volátiles que se desprenden del papel de los libros a medida que estos se descomponen. El resultado del estudio develó que de los cuatro elementos encontrados (colofonia, ácido acético, furfural y lignina), sólo uno tiene esa peculiaridad de disparar el olor a libro viejo: se trata de la lignina. Este es un polímero que impide que los árboles se caigan y está químicamente relacionado con la molécula de la vainillina; de ahí su agradable aroma.
A medida que los libros se añejan, las moléculas de lignina que se encuentran en sus páginas empiezan a fragmentarse y a producir el tan característico aroma, que puede recordar ligeramente al de la vainilla. Este agradable efecto ha sido aprovechado incluso por las compañías de cosméticas, algunas de las cuales ya han sacado perfumes y ambientadores con olor a “libro viejo”.