La pena de muerte es un procedimiento en el que se le provoca la muerte a alguien, tras haber cometido un crimen que se castigue de ese modo por la legislación de un gobierno determinado. La inyección letal en realidad son una serie de inyecciones que se preparan con una precisión química importante. El ejecutado tiene conectado en todo momento un monitor cardíaco para dar la señal que indicará que el corazón ha dejado de latir. Unos minutos después, se comprueba la muerte del condenado y un oficial elabora el certificado de defunción. El proceso puede parecer simple y rápido, pero requiere de varios pasos.
Primero el prisionero es amarrado a una camilla y se inserta un catéter de acceso venoso en cada uno de sus brazos, para inyectar las drogas directamente al torrente sanguíneo. A continuación, comienza la aplicación de las tres inyecciones. La primera es tiopentato de sodio, un anestésico de acción rápida que funciona en sólo segundos, dejando inconsciente a la persona. Después, se utiliza bromuro de pancuronio, un relajante muscular para detener la respiración del prisionero. Finalmente, se aplica cloruro de potasio para detener el corazón.