Todo comenzó porque el agua era excesivamente valorada por las tribus ya que no era sencilla de conseguir, la consideraban un regalo de los dioses. El agua es en muchas culturas un símbolo de sanación, pureza y hasta fertilidad y maternidad. Debido a los poderes mágicos que se le atribuyen, se creó la costumbre de agradecer de algún modo sus bondades. Para agradecerle a las deidades por el agua, se lanzaban al agua pequeñas ofrendas (oro, por ejemplo) y se decía una oración, de agradecimiento o de petición.
La gran afluencia de turistas aumenta la cantidad de monedas lanzadas, cada ente gubernamental decide qué hacer con sus monedas. Por ejemplo, la Fontana di Trevi en Roma recolecta en promedio 3 mil Euros al día y los reparte entre fundaciones que ayudan a los más necesitados. Sin embargo, cuando la costumbre llega a las reservas de agua natural representa un terrible error, ya que al entrar en contacto con el agua, el material del que está hecha la moneda puede contaminar y afectar a todo el ecosistema.