Según la primera teoría, que data de hace unos cuatro mil años aproximadamente, esta costumbre tuvo su inicio entre los indígenas norteamericanos, para quienes la madera representa un material noble con excelentes propiedades, en pocas palabras, “un regalo de los dioses”. Para los griegos, además, la madera de roble tenía la cualidad de proteger a las personas de los rayos de las tormentas (en la Grecia de la antigüedad se pensaba que estar cerca de un roble era como estar cerca de un dios).
De acuerdo con el cristianismo, luego de que crucificaran a Jesús, se comenzó a propagar el rumor de que la cruz donde yació el cuerpo del hijo de Dios podía otorgar protección. Durante las cruzadas (hacia la mitad del período correspondiente a la Edad Media) los legionarios que partieron hacia oriente buscaron los restos de la cruz de Cristo. Esto posiblemente movidos por la misma idea de que se trataba de una reliquia milagrosa que podía proteger a quien la tocara.