Primeramente, tenemos que saber que la mantequilla se obtenía originalmente extrayendo el contenido líquido de la grasa vacuna fraccionada con leche y agua. El resultado de este proceso podría llevar sal añadida para facilitar su conservación. Durante los años siguientes a 1860, el emperador Napoleón III de Francia empezaría a ofrecer una recompensa para cualquier chef o inventor que diera con un sustituto más económico para la mantequilla. La tarea no era sencilla, pero la recompensa sí era muy buena. El nuevo producto debía tener costos de producción menores, para que las clases bajas y las Fuerzas Armadas del imperio pudieran pagar su precio.
Es entonces cuando el químico francés Hippolyte Mege-Mouries encontró la solución para el desafío: la margarina. Era un compuesto que mezclaba ácido esteático y ácido oleico. Mege-Mouries patentó su invento, la margarina, en 1869. La comercialización del producto se empezaría a llevar a cabo tres años más tarde. El nombre del producto está tomado de margaron, palabra que en griego significa ‘lustre perlado’. Debido a que la mayoría de las margarinas de grasa vegetal poseen un escaso o nulo nivel de colesterol, se considera que es un alimento mucho más saludable que la mantequilla convencional.