El vocablo yo-yo o yoyó, pues de las dos formas se puede escribir, procede del tagalo, la lengua nativa de Filipinas, y significa volver. Hasta hace 400 años, los filipinos usaban el yoyó como arma, bastante parecido a los yo-yos que conocemos hoy. No obstante, el origen de este juguete parece estar en China, aunque también era conocido en Grecia por lo menos hace 2.500 años. Los artesanos helenos lo fabricaban con madera, metal o terracota, y decoraban cada pieza con dibujos de los dioses.
El diseño constaba de unas rocas pulidas con forma de disco, que poseían una abertura en su borde. Esa abertura era empleada para amarrar la piedra con un lazo. La lógica detrás del diseño de esta arma era que le permitía al cazador lanzarla a sus presas desde lugares altos, como las ramas de los árboles. Seguidamente el cazador halaba la roca, y podía recuperarla; haciendo de esta un arma reutilizable.