Los primates, nuestros primos evolutivos, también muestran los dientes, pero en su caso este gesto puede ser tanto un signo amistoso como de amenaza. La postura de amenaza que los primates emplean, cuando buscan intimidar a un oponente en potencia, es con la boca abierta, los dientes separados y los labios plegados o recogidos. Pero los primates también poseen otro gesto, muy similar a la sonrisa de los humanos, que se identifica porque el individuo muestra los dientes superiores e inferiores pegados, y mantiene la expresión facial relajada. Esta postura de boca y dientes puede ser tomada como un gesto de sumisión.
Lo que ocurrió durante nuestro proceso evolutivo, es que los humanos partimos de este sencillo gesto de amabilidad, y lo convertimos, al transformarlo en una sonrisa plena, en una señal de no amenaza e incluso de confianza. Nuestro cerebro ha desarrollado la capacidad de hacernos recordar con mayor detalle a aquellas personas que nos muestran gestos de amabilidad, como una sonrisa, esto debido a que el ser humano es un ser sociable por naturaleza.