En los primeros días de enero los mexicanos abarrotan las panaderías en busca de una rosca. Se trata del evento que pone fin, cada año, a la temporada navideña.
Sobre el origen de esta joya de la repostería europea, hay quienes aseguran que formaba parte de una fiesta pagana romana que con el tiempo se cristianizó. De lo que hay certeza es que fue el rey de Francia Luis XV quien la difundió en su país, luego de que su cocinero eslavo se la diera a probar y él quedara fascinado.
Las primeras recetas llegaron a México con los españoles. Aquí la tradición cobró personalidad propia, sobre todo, con la introducción de figuras de plástico escondidas en el interior del pan. A la figura de plástico se le llama “niño” o “muñeco”, simboliza a Jesucristo, y el comensal que encuentra el muñeco en su pedazo de rosca queda comprometido a dar una fiesta y ofrecer tamales el 2 de febrero, Día de la Candelaria.