Un estudio realizado por científicos de la Universidad Emory, en Estados Unidos, investigó la relación entre las horas de sueño y el crecimiento de los niños, entre otros factores, demostrando que los “estirones” que se producen de forma repentina están directamente relacionados con un aumento de las horas que duerme el niño, como ocurre en periodos de enfermedad o de fiebre. En concreto, el 43 % de los bebés experimentaba un pequeño “estirón” en las épocas en las que había una siesta “adicional” o no habitual, y uno de cada cinco crecía también en cada periodo en el que dormía una hora más de lo habitual.
Si bien es cierto que la hormona de crecimiento se libera en niveles máximos durante el sueño, también lo hace de manera gradual, y en menor cantidad en intervalos de 3 a 5 horas a lo largo del día. Así pues, la creencia popular de que los niños crecen durante la noche es verdad, según comprobó también un grupo de científicos en un estudio hecho con corderos publicado en Journal of Pediatric Orthopedics. No solo los niños crecen de estatura, sino que también lo hace su cerebro y otras partes de su cuerpo.