Las palomitas no se inventaron en los años 50, por increíble que parezca, el maíz calentado y reventado es uno de los alimentos más antiguos que existen. Se tiene conocimiento de él desde hace más de 5.000 años. Sin embargo, es un producto que se asocia con el ocio y no con lo saludable. Convertir un grano de maíz en una palomita es un fenómeno físico muy interesante. Se observó el proceso del estallido de una palomita a través de una cámara superlenta para averiguar cómo ocurre este suceso. Resulta que el recubierto duro y resistente del maíz tarda en quemarse pero transfiere el calor al núcleo de manera muy eficiente, al calentarse el grano de maíz, la humedad del núcleo se convierte en calor, lo cual provoca que la presión aumente a un nivel que el recubrimiento no puede mantener y por la ley de termodinámica se expande y adquiere esa textura y forma característica de la palomita.
Cuando estás calentando palomitas, se mueven y saltan por todos lados, pero al estar dentro de la bolsa no podemos verlas. Este salto es ocasionado por las irregularidades del mismo grano de maíz. Y el sonido que hacen al explotar es por la liberación del vapor desde el núcleo, que se produce cuando se rompe la piel y es algo similar a lo que sucede cuando descorchamos un vino. Las palomitas estallan al alcanzar entre 170°C y 180°C, sin embargo, siempre hay unas cuantas que nunca lo hacen, esto podría ser porque el recubrimiento que protege el núcleo esté demasiado duro, otra razón es que haya alguna microgrieta que haga que el vapor se escape y no cree la suficiente presión para que explote.